Independientemente de la definición de la OMS del concepto dieta; conjunto de alimentos sólidos y líquidos que consume un individuo.
Lo cierto es que para la mayoría de personas una dieta es un periodo de tiempo desapacible y restrictivo con el fin último de un objetivo estético, casi siempre vinculado a la estación más soleada del año.
En esta segunda definición la persona asume que durante un periodo corto de tiempo, habitualmente unas semanas o meses, tiene que comer aquello que no disfruta y dejar de comer lo que más le deleita para conseguir un objetivo estético que suele ser la pérdida de grasa o la ganancia muscular.
Habitualmente se inician anticipando un estresor, por ejemplo la exposición social en contextos con poca ropa, o tras este, por ejemplo después de una ruptura sentimental o un comentario hiriente.
Para ello están dispuestos a reducir drásticamente su ingesta calórica, tomar pastillas o bebidas con ingredientes que no saben para qué sirven alterar su metabolismo, aumentar el riesgo de atracones de comida y de alteraciones en el estado de ánimo
Pero, ¿y si hubiera una alternativa? Una forma de conseguir los objetivos físicos o deportivos de una forma sostenida y sin poner en riesgo tu salud física y mental.
Básicamente eso es un plan nutricional, es una organización alimenticia personalizada, orientada a las necesidades estéticas y vitales de cada individuo.
Prácticamente es la antítesis de una dieta, ya que no tiene una fecha límite y no se centra en un gran objetivo del que depende el éxito o el fracaso del plan, teniendo en cuenta las preferencias y el ritmo del individuo.
El plan nutricional implica generar hábitos en la ingesta de comida, incluyendo y eliminando alimentos, formas de cocinar y cantidades apropiadas, de una forma progresiva en el tiempo.
Un plan nutricional bien planteado tiene en cuenta el descanso y la actividad física, elementos centrales para el mantenimiento de una buena salud mental