En casi cualquier ámbito de la vida, estemos hablando de salud, economía, ocio, etc., los menores siempre suelen estar en un segundo plano. Solemos atender sus necesidades una vez hemos prestado atención a las necesidades de los adultos. Ellos no tienen voz y tenemos que ser nosotros los que pongamos palabras a aquellas cosas que afectan a la vida de los niños y adolescentes.
La salud mental no es una excepción. No es casual que existan tradicionalmente menos recursos para hacer frente a las dificultades psicológicas que atañen a los menores. Sin embargo, esta tendencia está cambiando y en los últimos años parece haber un mayor interés por la salud mental en general y por la salud mental de los menores en particular. En España concretamente, desde el Ministerio de Sanidad se lanzó la “Estrategia Nacional de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud periodo 2022-26” donde se incluye una línea estratégica de acción encaminada a la prevención de los trastornos mentales en la infancia y adolescencia.
Esto supone un paso importante y que se justifica en la importancia de atender la salud mental en esta etapa del desarrollo ya que es un periodo donde existe una mayor vulnerabilidad a sufrir un problema psicológico.
La investigación nos recuerda que gran parte de los problemas psicológicos en la edad adulta tienen su origen en la infancia y adolescencia, por lo que un abordaje temprano puede ayudar a mejorar la calidad de vida tanto en los menores como en los futuros adultos.
Hablar de salud mental, concienciar y normalizar los problemas psicológicos puede ayudar a que la búsqueda de ayuda profesional se realice mucho más rápido, evitando que los problemas se vuelvan más graves y que aumente el malestar. También contribuye a una mejor detección por parte de los adultos responsables de los menores, para que así puedan dar esa voz que muchas veces ellos no tienen.
Focalizar la mirada en la salud mental de los niños y adolescentes supone invertir tiempo y esfuerzo en que los menores adquieran habilidades y competencias psicológicas que les permitan desarrollarse de forma saludable para mejorar su calidad de vida y conseguir en un futuro que sean adultos con buenos recursos psicológicos con los que afrontar las vicisitudes de la vida. Para poder conseguir este objetivo todos somos responsables.