Existen infinidad de estrategias para la regulación del hambre emocional con base científica, especialmente desde la perspectiva cognitivo-conductual y Mindfulness. Será necesario ahondar en esto durante las sesiones dada la variabilidad de estrategias.
Por ahora empecemos por definir y distinguir la alimentación fisiológica y la alimentación emocional. La primera es la necesidad fisiológica de ingerir alimentos, los cuales contienen los nutrientes (HC, proteínas, lípidos, vitaminas y minerales) para satisfacer las necesidades del organismo.
En cambio, la alimentación emocional se refiere a una estrategia de regulación emocional no adaptativa que implica una conducta de ingesta, en ausencia de hambre, como respuesta a la exposición de un estado emocional negativo con el objetivo de reducir dicha emoción.
El hambre emocional es una respuesta conductual tras un evento negativo o por la anticipación del mismo. Como todas las respuestas conductuales no es homogénea y por tanto no se presenta en todos los individuos ni de la misma forma. Es una estrategia de nuestro organismo, en forma de conducta, para afrontar un estresor. El problema es que esta respuesta es que no es adaptativa, es decir, no favorece la eliminación del estresor.
Evidentemente el origen es emocional, por tanto saber identificar cual es el estresor y qué estrategias conscientes e inconscientes utilizamos será clave para gestionarlo.
Pero como diferenciamos el hambre fisiológica de la emocional? Podemos anticipar la aparición del hambre emocional? La respuesta es sí, siempre que hayamos desarrollado y entrenado las estrategias adecuadas incluyendo unos hábitos de alimentación relativamente saludables.
Algunas de las claves para identificar el hambre emocional son;
-Aparición repentina y muy aguda; Sensación súbita de hambre y de alta intensidad. En ocasiones es tan aguda que dificulta otras tareas complejas que requieran concentración.
– A diferencia del hambre fisiológica, el hambre emocional no se mitiga con la ingesta de líquidos.
– Se asocia a alimentos específicos y muy palatables, especialmente dulces. Esto se debe a que los alimentos con alto índice glucémico estimulan más rápidamente el núcleo de recompensa cerebral, generando una sensación de bienestar que contrarresta la emoción negativa del estresor.
– La velocidad de ingesta es mucho mayor que cuando hacemos una comida fisiológica y aparece independientemente de que hayamos hecho alguna de las comidas principales (desayuno, comida o cena).